viernes, 24 de septiembre de 2010

HISTORIOGRAFIA DEL GENERAL JUAN VICENTE GOMEZ. LIBRO. MI COMPADRE, AUTOR FERNANDO GONZALEZ





PARTE II
Habla el General

Tres deseos
“Allá en mis montañas, en mi juventud, yo tenía tres deseos muy grandes: El primero era ver a San Mateo y al Samán de Güere, en donde tanto sufrió por nosotros el Libertador y donde acampó con sus ejércitos. El segundo era conocer “La Puerta”, donde fueron siempre los fracasos de las armas republicanas, y el tercero era conocer al general Luciano Mendoza. ¡Imagínese¡ ¡Luciano Mendoza!, el que había derrotado a Páez. ¡Piensen! ¡Derrotado a Páez! Pues cuando vine de mi tierra y llegué al Samán de Güere, no pude contener mi tristeza al ver cómo le habían cortado las ramas; tenía machetazos en el tronco… Estaba herido… Cuando llegué a San Mateo, me senté al frente de la casa de Bolívar, a la orilla del camino, en un barranco y me puse a pensar: ¿Con que este es San Mateo? ¿Aquí fue donde el Libertador sufrió tanto por nosotros? ¡Cuántas noches terribles pasaría aquí!; sus ayudantes creerían que dormía, pero ¡cuántas cosas pensaría él…! Con que este es San Mateo y está cubierto de malezas… ¡No ven! Y al general Luciano Mendoza lo conocí al lado del general Castro, en La Victoria, quien me lo presentó, pues conocía mi gran deseo. Yo oí cuando Mendoza le dijo al general Castro: “Usted nada tiene que temer mientras yo esté a su lado…”. ¡No ven! Cuando dijo esa frase, lo conocí más…
“Y ahora verá: Después me tocó restaurar y cuidar a San Mateo. Usted vio que aquello está bien bonito y que la carretera es muy buena. Me tocó resguardar al Samán de Güere, en donde deposité las armas de Venezuela, porque ya no habrá más guerras; le hice una verja de bayonetas, con los colores nuestros…, y me tocó vencer a Luciano Mendoza precisamente en La Puerta, cerrándole la entrada a las revoluciones.
“Cuando el general Castro me nombró para ir a pelear a Mendoza, que se había alzado en Aragua, me decía Bellutini: “¡No vaya hombre!; ¿cómo va a pelear con Mendoza con esos cuatro gatos?”. Yo le contesté: “Solo iría también”. Vean por qué. Porque si me vencía, pues me derrotaba el mejor general de Venezuela…, si me mataban, también…; lo malo hubiera sido que me mandasen a combatir a un cualquiera y que me derrotase… Y yo si lo vencía… ¡No ven!.
“Llegue a pelear con Mendoza; lo alcance en Villa de Cura; estaba acostado en su chinchorro, en la plaza, y no quiso hacer caso hasta que le dijeron: Vea, General, que Gómez ya está en la plaza… Entonces pidió su mula.
“Seguí persiguiéndolo; por allá, en un terreno quebrado, lo alcancé… De pronto oí que habían cesado los disparos… Pensé: Como este Mendoza es tan astuto, ya cogería mi vanguardia por ahí… Seguí, y era que se le habían enconchado los wínchesteres… Yo cogí un máuser y lo puse sobre el hombre de Luis Godoy, para disparar, diciéndole: No se asuste, mi doctorcito…
“En fin, seguí persiguiéndolo y lo alcancé en La Puerta. Cuando llegué, me dije: ¿Esta es, pues, La Puerta, donde han fracasado los Libertadores…?. Allá derrote a Mendoza.
“En La Puerta se me abrió el horizonte; esa  noche estaba como borracho, sin haber bebido. Vi todo lo que yo iba a ser.
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