de Ysabel Maria Gómez Cedeño, integrante del Nucleo de Investigacion de Historia Oral (NIHO), doctora en Historia , articulo publicado en la red social Facebook el 1 de marzo de 2012.
El
“inicio” de la Independencia es uno de nuestros más enarbolados mitos, hace un
siglo los individuos de número de la Academia Nacional de la Historia acordaron
que el 19 de abril de 1810 debía ser conmemorada como la fecha originaria en la
cual se fraguó la edificación de la Nación Venezuela (Quintero, I.
2005:102) Sin embargo, el asunto no está completamente clarificado,
al decir de Parra - Pérez, C. (1992:3) “la situación de Venezuela al romperse
la monarquía, encuentra que nuestros criollos no tenían serias e irrefutables
razones de descontento contra el régimen”.
El golpe del 19 de abril de 1810 amaneció después de algunas
intentonas y conjuras trasnochadas por el desacuerdo de sus actores. Sin
embargo, ese día el guión ya estaba listo, aquel Jueves Santo Vicente Emparán
Capitán General de Venezuela sería depuesto por el Cabildo caraqueño. A raíz de
estos sucesos se constituyó en Caracas la Junta Suprema Conservadora de los
Derechos de Fernando VII.
En medio de la agitación revolucionaria era inminente la
organización del nuevo gobierno. La Junta Suprema fue constituida por 23
miembros casi todos de la aristocracia caraqueña. Para el mando militar fue
escogido el Coronel Don Fernando Rodríguez del Toro, quien nombró a los
Comandantes de los diferentes batallones: de la Reina, veteranos y pardos,
escuadrón de caballería, cuerpo de artilleros, además de designar al Comandante
militar de Puerto Cabello. A mediados de mayo, completó su cuadro con el
nombramiento de Jefes para la compañía de Granaderos veteranos, para la milicia
de blancos y el escuadrón de caballería de Caracas, para el batallón de
Pardos de Nirgua y para dos nuevos escuadrones de caballería destinados a
Valencia y los Valles de Aragua, la mayor parte de estos jefes eran
peninsulares (Parra – Pérez, C. 1992:205).
En julio de ese mismo año, Don Miguel de Zárraga y Caro,
Contador General de la Real Hacienda, reconocido entre quienes defendieron
dicho movimiento, fue designado por la Junta Suprema como Capitán de milicias.
El Jefe de los Zárraga quien era oriundo de Santo Domingo y de noble
ascendencia estuvo vinculado a la causa patriótica tiempo antes de 1810.k
(Zárraga, C. 1883: 316. Dávila, V. 1926:414)
En las
otras provincias de la Capitanía General de Venezuela llegarían pronto las
noticias de Caracas, en las siguientes semanas las provincias de Cumaná,
Margarita, Guayana, Mérida y Trujillo se unirían al movimiento revolucionario.
Las provincias de Coro y Maracaibo se mantuvieron distantes hasta que se
declararon en franca oposición a los blancos criollos de Caracas, al breve
tiempo contarían con el apoyo de Guayana que decidió someterse similarmente al
gobierno de la Regencia.
La necesidad de legitimación de la Junta Suprema puede
notarse en la relevancia que se le dio a las misiones diplomáticas en las
cuales se invirtieron además del dinero del tesoro público las donaciones de
mucho vecinos “patricios.” La misión que visitó Londres integrada por
Andrés Bello, Luis López Méndez y Simón Bolívar, estaba cargada de muchas
expectativas, no solo porque se buscaba el apoyo del Imperio anglosajón sino
porque también ahí residía el proscrito Francisco Miranda, quien era uno de los
revolucionarios más reconocidos en Hispanoamérica. Así lo manifestaba López
Méndez en una carta que desde Londres dirigió a la Junta Suprema, el 3 de
octubre de 1810:
Caracas
debe llamarlo por su propio interés (…) su restitución a la Patria, que tanto
le debe, es un acto de humanidad, de gratitud y aun de justicia. ¿Bajo que
pretexto podría negarse un asilo de paz a este hombre respetable, nacido entre
nosotros, envejecido en el afán de buscar medios para libertarnos y hecho por
nuestra causa el blanco de la persecución (Polanco Alcantara, T. 1996:698)
El anciano fue sorprendido por el llamado de la Patria y a pesar
de sus dudas, se embarcó rumbo a Caracas donde era esperado entre entusiasmo e
intrigas, aquellos que lo persiguieron y que lo obligaron al ostracismo desde
aquel día de su regreso compartirían los destinos de la guerra por la
Independencia.
Los inicios de la revolución fueron turbulentos, mucha confusión
reinaba en los debates políticos, se planteaba la necesidad de formalizar una
Constitución y declarar la Independencia. Desde la Sociedad Patriótica,
organización creada por la Junta Suprema para el fomento de las artes, industrias
y agricultura, los “hombres de Miranda” [ Bolívar,
Coto Paúl, Peña, García de Sena, José Felix Ribas, Muños Tebar, los Carabaños,
Espejo, los Salias, Soublette, Sanz, los Buroz, Tejera, Yanes, Alamos, otros
más] lanzaban feroces discursos contra el Congreso que se celebraba por vez
primera en la ciudad de los techos rojos. Las representaciones de Coro y
Maracaibo no asistirían al magno evento donde se declaró la independencia el 5
de julio de 1811, después de un largo y acalorado debate entre los representantes
de las demás provincias. Este hecho demostraba abiertamente la posición
beligerante de Venezuela frente a la Metrópoli española y a los suspendidos
derechos del cautivo Fernando VII.
La
situación de España todavía bajo el dominio del Emperador Napoleón permitió a
los conjurados del 19 de abril mantener el control político sin mayores
enfrentamientos militares. Los criollos no supieron aprovechar las ventajas que
le ofrecía la situación política de España. En el impreso “Reflexiones
Histórico-Criticas sobre la Insurrección de Caracas” su autor mencionaba lo
menguada que se encontraban las tropas veteranas, “el batallón de la Reyna se hallaba
reducida á la corta expresión de ciento y cincuenta hombres poco ó menos: el
fixo que era menos numerosa, pues ascenderia á quinientas plazas…” Añade que, eso no era lo peor de
aquella situación, el arraigo y las relaciones forjadas a raíz de una larga
permanencia en Venezuela ocasionaron que gran parte de la oficialidad estuviera
emparentada con “los pretendientes de Junta Suprema.” (1971:33) Sin embargo, aquel amanecer
revolucionario vería temprano la noche de la derrota.
Las divisiones, las intrigas, la falta de experiencia militar,
la indisciplina, la mala administración de la cosa pública por parte de los blancos
criollos, sumado al estruendo del terremoto del 26 de marzo de 1812 que
anunciaba el castigo de Dios para los rebeldes y filtraba el miedo en su moral,
la incomprensión de la figura de Miranda a quien se le cerraba el paso desde su
llegada, y en quien después recayeron todas la culpas de la perdida de la
República. Sus enemigos le entregaron el mando en esa hora en que todo ya
estaba perdido, el Generalísimo asumía poderes extraordinarios para salvar a la
Patria ante la derrota inminente.
Las fuerzas realistas a la cabeza de Monteverde avanzaban
indestructibles desde Barquisimeto apoderándose de Valencia, al paso de su
ejército muchos de los que habían defendido el pabellón patriota se
pasaban sin ningún pudor al bando contrario. La lamentable pérdida de Puerto
Cabello ocasionada por un traidor dejaba claro que “Venezuela estaba herida en el Corazón.” El terrible colapso
llevaría a Miranda a conciliar con Monteverde la firma de una Capitulación el
25 de julio de 1812 en San Mateo.
La ira inflamó la sangre de los patriotas que sintieron que el
Generalísimo los había traicionado, demás esta juzgar este hecho tan lleno de
misticismo, lo cierto es que el “Precursor” de la Patria fue entregado por sus
hermanos de armas para morir en “La Carraca” adónde iban a parar los más
grandes enemigos de España. Con la firma de la Capitulación comenzaba el
gobierno del canario Domingo de Monteverde quien a priori desconoció los
acuerdos y declaró la “Ley de la Conquista”. Unos cuantos criollos, entre los cuales
estaba Simón Bolívar, pudieron escapar a las represalias de los realistas para
reorganizar sus fuerzas y reconquistar la Republica.
Los que no contaron con la suerte del exilio fueron perseguidos
y conducidos a las prisiones al poco tiempo de la rendición. En diciembre de
1812 Miguel de Zárraga y Caro aparecía en la lista de presos revolucionarios
recluidos en la Real Cárcel, de un total de 77 prisioneros solo en la ciudad de
Caracas.(Troconis de Veracoechea, E. 1983: 127)
En La
Victoria el 4 de diciembre de ese mismo año, por orden del Capitán
General Domingo de Monteverde se constituyó una Junta en la cual figuraba junto
a notables isleños los nombres del Marques Casa León, Luis Escalona, Juan
Esteban Echezuría, el doctor José Manuel Oropeza y los presbíteros Manuel
Vicente de Maya y Rojas Queipo, personas de “luces, honor y lealtad”,
cuya finalidad era “aplastar la subversión que comenzaba
a manifestarse entre distintos grupos de la población y, a más amplio nivel,
entre muchas ciudades de la provincia”, que veían con
horror la barbarie canaria. (Troconis de Veracoechea, E. 1983: 129)
A la siguiente semana, gracias a los informes de dicha Junta
fueron enviados a La Guaira 108 patriotas, blancos criollos que apoyaron la
causa de abril de 1810, entre quienes se encontraban Juan Pablo y Mariano
Ayala, José Tomás y José Ventura Santana, Francisco Talavera, Carlos Soublette,
Vicente Salías, “un Pelgrón, un Ibarra, un Blanco, un
Tovar, un Palacio, dos Rivas” (Parra - Pérez, C.
(1992:588)
Mientras tanto, Simón Bolívar que se refugiaba en Curazao junto
con otros patriotas pasaron en octubre de 1812 a Cartagena en la Nueva Granada,
ahí solicitaron la autorización del gobierno para defender la causa
emancipadora y formar filas en las tropas patriotas. En Cartagena, Bolívar
pronunció su famoso Manifiesto y ganó adeptos con los cuales logró salir
victorioso, libertar a la provincia del Magdalena y avanzar hacia Venezuela
donde fue aclamado Libertador en 1813 a su llegada a la ciudad de Mérida.
Empezaba así la Campaña Admirable, a finales de junio Simón Bolívar acompañado
de un ejército formado con venezolanos y neogradinos de gran talla avanzaron a
Trujillo y entraron el 7 de agosto triunfantes a Caracas. Por su parte, “Girardot había vencido a los españoles en Aguaobispos;
Ribas y Urdaneta en Niquitao y Los Horcones; y el propio Bolívar en la batalla
de Taguanes, ya en la Provincia de Caracas. Monteverde corrió a refugiarse en
Puerto cabello” (Mijares,
A. 1967: 246)
En el Oriente del país, Santiago Mariño había penetrado desde
Trinidad expulsando a los realistas de las provincias orientales y Margarita
con un ejército similar al de Bolívar que lo acompañaba sembrando la libertad a
su marcha. De esta forma, con la llegada del Libertador a Caracas se
restablecía la República. El 14 de octubre de 1813 el Cabildo de Caracas le
otorgó el solemne título de Libertador y lo nombró Capitán General del Ejercito
Republicano.
Bolívar aceptó ambas distinciones, al tiempo que creó la “Orden de los Libertadores” para condecorar a los
militares neogranadinos y venezolanos que libertaron a Venezuela en aquella
hora (Pérez Tenreiro, T. 1972: 15). A Santiago Mariño le impuso el título de
Libertador de Oriente y sus oficiales y tropas igualmente fueron condecorados.
De esta forma Simón Bolívar se perfilaba como jefe único del ejército patriota.
Se había logrado una libertad efímera que se desvaneció como
agua entre los dedos. El movimiento emancipador aún no contaba con el apoyo de
las masas populares, los pardos, mulatos y esclavos todavía veían en los
blancos criollos a sus explotadores de siempre. En los llanos un caudillo había
entendido aquella contradicción y sumaba gente a su ejército con la
promesa de saqueo y muerte a los blancos mantuanos. Boves, el temible
asturiano, como un huracán acababa las fuerzas patriotas, pero cual huracán
desapareció en medio de la tormenta de 1814, cuando cayó herido de muerte en la
Batalla de Úrica. Aquel caudillo que tanto había ofrecido a los pobres y
desventurados llaneros sería desplazado del amor de esta gente por el joven
José Antonio Páez, el catire que con sus lanceros daría tantas glorias a la
Patria. Sin embargo, se había perdido otra vez la República.
Después
de la derrota del ejército libertador en 1814, don
Miguel de Zárraga y Caro junto con su esposa doña Manuela Jerez Aristeguieta y
sus pequeños hijos se embarcaron en el Puerto de
La Guaira con destino a Cumaná. En la ciudad del Río Neverí los esperaba
Ramón, su hijo mayor, joven oficial veterano y de algunos servicios en campaña
a la edad de catorce años, que se reunió con su familia, por consecuencia de la
disolución de las tropas al mando del Libertador. En virtud del avance
realista decidieron viajar a la Isla de Margarita donde otras familias se
refugiaban del “puñal de los realistas”;
entre ellas, la de Carlos Soublette hijo de doña Teresa de
Jesús Jerez Aristeguieta y Blanco y en efecto sobrino
de doña Manuela. (Zárraga, C.1883)
El General español Pablo Morillo arribó a la
Isla de Margarita en 1815 con su “formidable escuadra y ejercito pacificador”,
sorprendiendo a una gran parte de la emigración de Caracas. Las mujeres y
los niños Zárraga y Soublette fueron conducidos
de nuevo a La Guaira en embarcaciones realistas. Quedaban
atrás Miguel de Zárraga y Caro, su hijo mayor Ramón Zárraga y Carlos
Soublette, los cuales junto a otros patriotas lograron evadir
las fuerzas navales enemigas y escapar
a la colonia danesa de San Thomas. (Zárraga, C. 1883)
La familia Zárraga Aristeguieta, compuesta por doña Manuela y
los niños: Miguel, Clemente, José Antonio y Manuel María y la Soublette, integrada
por doña Olalla, su joven hermano Lope y su hija Dolores muy pequeña todavía,
fueron conducidos junto con otras mujeres y niños a La Guaira en embarcaciones
oficiales con la vigilancia de jefes peninsulares. Uno de los niños Zárraga
Aristeguieta, Clemente, recordaría para siempre como el coronel de húsares de
Fernando VII, don Juan Solo, jefe principal de la guardia, los trató con lujo
de consideraciones.
Doña Manuela Aristeguieta de Zárraga había crecido en
el seno de una familia del mantuanaje más rancio de la ciudad de
los techos rojos. Sus padres, Don Miguel Jerez Aristeguieta y Doña Josefa María
Blanco y Herrera, poseían una inmensa fortuna que les permitió ofrecer a su
prole una esmerada educación. Las muchachas Aristeguieta eran conocidas entre
los caraqueños como las “Nueve Musas”, admiradas no solo por su belleza
sin igual sino por su actitud frente a la vida, mujeres que reclamaban“sus derechos a administrar sus
bienes, a amar y ser amadas, más allá
de los convencionalismos, en un contexto
social en que las mujeres iban al matrimonio más por
razones de orden económico-social que sentimentales." (Ladera, E.
1990:266)
De las nueve hermanas, Rosa María de Jesús, María Teresa de
Jesús, María Belén, Josefa María, María Antonia Petronila y María
Manuela abrazaron la causa independentista (Ladera,
E. 1990), por lo que tuvieron que ver morir a sus
hijos todavía en el amanecer de sus vidas y vivir con la angustia de la
persecución y la pobreza, pero la consecuencia para la posteridad fue el
reconocimiento como honorables esposas y madres de los gallardos héroes de la
Patria.
Una vez llegaron a Caracas escoltados por los
realistas, doña Manuela Jerez Aristeguieta y Blanco de
Zárraga se residenció en una humilde casa de bahareque de su propiedad
cercana a la quebrada de Lazarinos, donde vivía con mucha modestia en unión de
sus pequeños hijos. (Zárraga, C. 1883) Según
Sucre, L. (1941) en aquella casita doña Manuela junto a doña Josefa
Antonio de Buroz trabajaban clandestinamente en favor de la revolución.
A finales de 1815, el general Morillo “el Pacificador” nombró
Gobernador y Capitán General de Venezuela al Mariscal de Campo don Salvador de
Moxó. El nuevo Gobernador resultó ser todo una calamidad para el pueblo de
Caracas y los afectos al régimen republicano, su odio a los patriotas no tuvo
parangón. En febrero del año 1816, pasó una circular a los Gobernadores
de las Provincias para participarles que Madariaga, Roscio, Ayala y Paz
Castillo, que habían sido remitidos a España por Monteverde en 1812 se hallaban
en San Thomas, y como individuos perniciosos a la paz pública era necesario
estar previstos de su conducta.
Moxó vivía paranoico temiendo una invasión por Margarita, costa
de Cumaná o Píritu; el Gobernador de Coro la esperaba por Paraguaná; el
Comandante Militar de Puerto Cabello había visto velas enemigas por el puerto
coriano de Los Tanques; Morillo creía que el puerto atacado sería Guayana
o alguno a barlovento de Cartagena; el Gobernador de Maracaibo se preparaba a
rechazarla por la Guajira.
los primeros días de mayo de 1816 los
buques republicanos desplegaron un sangriento combate en contra del bergantín
“Intrépido” del Teniente Iglesia, y la goleta “La Rita” del Alférez Ocampo, los
que fueron abordados por los patriotas. Con esta victoria Brión obtuvo el
título de Almirante de la República. (López Contreras, E. 1971:90) El Mariscal
Moxó protestó los hechos ante el Presidente Petión, solicitando le fueran
entregadas las personas de Bolívar, Bermúdez, Aury, Marimon y Piñerez,“cabezas principales de los perversos
refugiados en Los Cayos-”
Sin embargo, la suerte estaba echada para Venezuela. El triunfo
de la Republica era inminente. En junio de 1816, Bolívar zarpó definitivamente
de Carúpano llevando a bordo 112 oficiales y 700 individuos de tropa, y
desembarcó en Ocumare de la Costa el 1° de julio del citado año. En el
acto, hizo avanzar de Ocumare sobre los Valles de Aragua a 300 hombres bajo el
mando del Teniente Coronel Carlos Soublette, su Mayor General, quien llegó
hasta La Cabrera, dispersando a medio escuadrón del “Húsares de Fernando VII”.
(Moxo, Salvador. 1971:410)
La aproximación de Morales con su vanguardia y 500 infantes de
“Hostalrich” despachado por Moxó desde Caracas, ocasionó que Soublette tomare
el camino de Las Piedras, en dirección de Ocumare. Donde le alcanzaron los
primeros elementos de Morales, con quienes sostuvo una escaramuza, continuando
su repliegue a las alturas de Los Aguacates, donde se resguardó sólidamente.
(Moxo, Salvador. 1971:411)
Estos hechos saludables para la Independencia llenaron de ira al
Capitán General de Caracas, el español Don Salvador Moxó, quien no
encontró mejor medida de terror, escarmiento y venganza contra los
patriotas que allanar y registrar las casas de doña Manuela y la
doña Josefa Antonia Tovar de Buroz, tía y suegra respectivamente del coronel
Carlos Soublette, las cuales después de una
larga procesión a pie fueron encerradas en la cárcel
pública.
Según la versión de Clemente Zárraga, que para la fecha tendría
unos 7 años de edad, sin ningún motivo fueron sorprendidas sus casas donde no
hallaron nada comprometedor, así reseña que:
"los
esbirros del General Moxó hicieron colocar entre filas de una numerosa escolta
a la modesta y cuitada señora doña Manuela de Zárraga (serían las 2 p.m. de uno
de los días de la segunda quincena del mes de julio de 1816 que se cometió este
atroz e incalificable abuso de autoridad) En semejante situación condujeron la
victima a la cárcel pública (…) la procesión infamante fue de veinte cuadras
más o menos; la afligida señora doña Manuela encontró ya a su llegada al
calabozo que le destinaban, a su noble y respetada compañera de infortunio
señora doña Josefa Antonia Tovar de Buroz."
Este cruel acto fue una de las tantas escenas terrible de
la guerra de Independencia. Era común en esos días para las blancas criollas
estos tipos de martirio. Troconis de V., E. (1990) refiere el
terrorismo con que el jefe Moxó trataba a las mujeres patriotas y las menciona
como mártires de la guerra de emancipación. (p.138) Para Rojas, A.
(1999), este hecho fue una de las más oscuras siluetas de
la guerra a muerte, las patricias vapuleadas, grupo de heroínas
venezolanas que figuraron en aquella época terrible dejando muestra de
constancia y fe inquebrantable en la lucha, de corazón, alma y cuerpo
soportaron los más trágicos sufrimientos. El mismo Moxó
tenía igualmente destinadas a recibir
azotes en las calles de Caracas a dos
matronas célebres:
"doña
Josefa Antonia Tovar de Buroz y doña
Manuela Aresteiguieta (sic) de Zárraga. Era una
madre de aquellos paladines de la revolución Lorenzo Venancio y Pedro
Buroz, víctimas ilustres de la guerra a muerte;
era la otra, madre
de los Generales Zárraga, uno de los
cuales había comenzado su carrera desde 1814. A los esfuerzos de un noble
español, entroncado con esta última familia,
don Francisco Heredia, Oídor de la Audiencia y factor, por lo
tanto, del gobierno español, debióse el que no fueran azotadas aquellas nobles
señoras, a las cuales encerró Moxó en una de las bóvedas de La Guaira, para
enseguida expatriadas." (p.163)
La defensa del Regente Heredia fue fundamental para el
buen destino de estas dos mujeres y sus familias. De acuerdo con Andrés Bello,
Francisco Heredia era un funcionario realista liberal que estaba convencido de
los planteamientos expuestos en la Constitución de 1813 redactada por la Cortes
de Cádiz, eso explica su actitud frente a la barbarie, a “la furia de una soldadesca brutal que hollaba
escandalosamente las leyes y pactos” , y su inquietud “por infundir á los americanos las
esperanzas que él sin duda tenía, de que la nueva constitución española pusiese
fin á un estado de cosas tan horroroso.” (Citado por Piñeyro, E.
1971: 521)
Como corolario de estas circunstancias la familia Zárraga Jerez
Aristeguieta emigraba otra vez, ahora para el extranjero, hacia la Isla
de San Thomas, tenía para aquella fecha el
pequeño Clemente entre los siete u ocho
años de edad. Según el panorama que nos muestra un oficial
del primer Regimiento de lanceros venezolanos en la Legión Británica de Bolívar,
la Isla de San Thomas pertenecía a un grupo de Islas denominadas colectivamente
la “Virgen Gorda”, gracias a la posición neutral que mantuvieron los daneses
con respecto a los movimientos de emancipación del Imperio español, numerosas
familias criollas que habían huido de Caracas y otros lugares del continente
ante la llegada del general realista Pablo Morillo, jefe de la expedición
que zarpo de Cádiz en 1815, buscaron amparo bajo aquel pabellón. (Vawel, R.
1973: 1)
Empero, la situación de San Thomas no era nada halagüeña ya que
dependía de Puerto Rico en cuanto a la provisión de alimentos en tiempos
de sequía y hambre. Según Vawel, R. (1973:2) el gobierno español podía “oponerse a la exportación de géneros indispensables (…)
prohibiendo toda clase de comercio entre Santo Tomás y el continente de la
América meridional (…) de sospechar que las islas danesas favoreciesen o
apoyasen a los revolucionarios.”
En dicha Isla, doña Manuela y los niños se encontrarían de nuevo
con el padre don Miguel de Zárraga y Caro. Era todavía 1816, y su hijo Miguel,
el segundo de la prole, quien trabajaba como zapatero y talabartero en San
Thomas para ayudar a mantener a su familia, había cumplido 14 años. Edad
propicia para presentarse al Ejercito y por eso regresa a Venezuela para sentar
plaza como soldado raso a las órdenes del general Santiago Mariño, a quien
acompañó hasta 1818 cuando fue herido de gravedad en el asalto y toma de
Cariaco, por lo que fue trasladado a Guayana para su recuperación. (Scarpetta,
M. L. y Vergara, S. 1978: 720) Irónicamente, entraba un Zárraga al
ejercito mientras que, Ramón moría en el campo de batalla en el paso del río El
Sombrero, el 16 de febrero de 1818.
En uno de esos días durante el destierro, el Rey Fernando
VII promulgó un indulto a favor de
los patriotas errantes en las Antillas, don
Miguel de Zárraga y Caro fue llamado por su primo y amigo el Doctor
Francisco Javier Caro, Ministro de Estado en el ramo de las Indias para
ofrecerle un distinguido puesto en el renglón de Hacienda en Cuba, oferta que
rechazó el noble patriota que se encontraba refugiado en la isla de San
Thomas esperando más bien marchar a Guayana
a reunirse con sus compañeros insurgentes
para contribuir a la realización de la
independencia de América. (Zárraga, C. 1883. p. 318)
Allá en Guayana lo esperaba su hijo Miguel que se restablecía de
una herida de guerra, quien una vez sano se incorpora a la Campaña de Apure
dirigida por Simón Bolívar, y en 1819 en la Campaña de Nueva Granada. A Miguel
Zárraga Aristeguieta su comportamiento en batalla le hizo merecedor del grado
de oficial de la segunda compañía del batallón Granaderos de la Guardia, grado
con el que regresó a Venezuela en 1820, para después ser condecorado como unos
de los vencedores de la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821.
(Scarpetta, M. L. y Vergara, S. 1978: 720)
Cinco largos años duraría el exilio. En medio de la angustia por
la espera llegarían las noticias de la muerte de Ramón y de la herida de Miguel
en 1818, de la reunión del Congreso en Angostura en 1819 que a proposición del
Libertador decretarían la creación de Colombia. El triunfo de Carabobo abrió
las puertas de la bella Caracas, ahora vestida de escombros y luto, a todos los
patriotas expulsados por fuerza de la guerra.
En 1821 retornaba a su hogar la familia Zárraga Jerez
Aristeguieta. En esa fecha don Miguel de Zárraga y Caro sería postulado como
representante para el Congreso de Cúcuta que redactó la
Constitución de la República de Colombia. (Blanco, J. y
Azpurua. R. 1978. Doc.1793. p. 587) Un año más tarde
el joven Clemente, el tercero de los hijos, abrazaría la causa
republicana tomando parte del sitio y asalto de Puerto
Cabello. Ese mismo año moriría el padre, con el grado de
General, después de haber sido
nombrado por el Libertador, Presidente
de la República, Ministro Ordenador y
Contador de la Tesorería General de Venezuela y de haber entregado su
vida a la causa republicana. (Zárraga, C. 1883. p. 313).
En
enero de 1822, el joven Clemente Zárraga con
apenas 14 años de edad sentó plaza como aspirante del ejército patriota,
bajo las órdenes del General José Antonio Páez
estuvo presente en todos los sitios de Puerto
Cabello, formando parte de la segunda
compañía del batallón “Granaderos de la Guardia" cuyo capitán
era su hermano Miguel Zárraga. (Dávila, V. 1926 p.413)
La abrumadora victoria del ejército patriota en la Batalla de
Carabobo sellaba la
independencia de Venezuela. No obstante, restos de resistencia
permanecían en el Castillo de Puerto
Cabello y en Maracaibo. La Patria crecía en la cabeza del
Libertador, Venezuela era sólo un eslabón de la
cadena americana, ahora la libertad provocaba el parto
de la unión Gran Colombiana las otrora Capitanía y
Virreinato daban luz a la República de
Colombia. En esta hora, Bolívar designó a Páez para encargarse
del mando militar de las provincias de Caracas, Carabobo, Barquisimeto, Barinas
y Apure cuando el Libertador siguiera su marcha a la Nueva Granada en 1821.
El Congreso General de Colombia sancionó la
Constitución de la República en la Villa del Rosario de Cúcuta el 30 de agosto
de 1821 después de tres meses de arduo trabajo (Blanco, J. F. y Azpúrua, R.
1978. T. VII. Doc. 1795. P. 590). Para guiar los rumbos de la nueva
Republica, Simón Bolívar fue designado Presidente, mientras que
Santander vicepresidente a fines de
septiembre por tan importante órgano legislativo.
(Blanco, J. F. y Azpúrua, R. 1978. T. VIII. Doc. 1901.p.122) Colombia la grande
se organizó en siete departamentos, a saber: Venezuela,
Zulia, Cundinamarca, Boyacá, Orinoco, Cauca y Magdalena, fijando como
capital de la República la ciudad de Bogotá, de acuerdo a Ley sancionada
el 8 de Octubre por el Congreso (Blanco, J. F. y Azpúrua, R.
1978. T. VIII. Doc. l907.p.134)
Los vestigios de resistencia
realista todavía acantonadas en Puerto Cabello, sintieron el
estruendo del fuego enemigo en abril de 1822 cuando el General Páez inició el
sitio; acción que fue suspendida por unos días “a causa de las fiebres que
diezmaban las tropas." (Michelena, T. 1973:41)
La superioridad marítima de los españoles les permitió mantenerse en el país
hasta 1823, ya que por medio del Lago de Maracaibo y de Puerto Cabello todavía
podían penetrar en el territorio independiente y amenazar la seguridad de
Colombia. (Lecuna citado por Michelena, T. 1973)
Los españoles acaudillados por el
jefe realista La Torre, quienes habían logrado huir de Puerto Cabello,
menguaban el triunfo patriota con la reconquista de las plazas de Coro y
Maracaibo. Los esfuerzos republicanos parecían estériles, empero, en los
albores del año 23, el General Mariano Montilla
movilizó a una parte del ejército declarando el bloqueo a Maracaibo y a la zona
costera comprendida desde el Cabo de San Román hasta Chivacoa. Mientras que
en el mar la escuadra colombiana, comandada por el
General José Padilla, le cerraba el paso a los realistas. El desenlace
final tuvo lugar el 24 de julio de 1823 con la tremenda jornada de la Batalla
Naval de Lago de Maracaibo que puso fin a la dominación española, solo faltaba
barrer los restos de oposición en Puerto
Cabello. (Roméro-Luengo, A. 1988).
Romero-Luengo, A. (1988), señala que “la libertad de Maracaibo dio nuevo impulso
a Páez para concentrar sus fuerzas” (p.252). El 10 de
noviembre amanecía llena de gloria Colombia, cuando Páez
ocupó la plaza de Puerto Cabello obteniendo así el exterminio enemigo en
Venezuela y la consolidación de la
independencia colombiana, después de tormentosos días de sitio, combate y
envestida de los realistas que intentaban recuperarse con la ayuda que
recibían de Cuba y Puerto Rico.
Páez, en su Autobiografía dice que tuvo que
ausentarse por un día de Puerto Cabello para ir a Valencia a buscar bastimentos
de boca. Según el relato de Boussingault, J.B.(1977), en el sitio
de Puerto Cabello de 1823 reinaba la miseria tanto en las tropas realistas como
en las patriotas, salvo que las últimas estaban abastecidas
de armas. El viajero europeo describe con detalle el estado
de la brigada irlandesa basándose en una revista que tuvo oportunidad de
observar.
"¡Qué
de andrajosos! Hombres bien formados, casi
desnudos, sin camisa ni chaquetas,
con los pantalones hechos jirones y con
sus chacós recortados en viejos sombreros de paja; pero
las armas estaban en buen estado y después de todo, la salud no dejaba
que desear. Eran soldados robustos porque gozaban de buena
alimentación compuesta decarne, queso, azúcar, plátanos y
maíz." (p.20)
Los hermanos Miguel y Clemente Zárraga se encontraban en la
plaza de Puerto Cabello la noche del 7 de noviembre de 1823,
en aquel momento que el General Páez dirigió el asalto
siguiendo la estrategia de atravesar
la ensenada del manglar aprovechando la
oscuridad de la noche, poco a poco, de uno en uno, todo un cuerpo de tropas y
de esta forma penetrar en la plaza por el lugar más
imprevisto, mientras el resto del batallón
rompía el fuego frontalmente aparentando la
envestida. La sorpresa causó estrago en
las fuerzas afectas al Rey, no
teniendo otra salida que la capitulación.
(Autobiografía del General José Antonio Páez. T. I.
p.213).
Según el testimonio del General Valerio Barriga oficial
del batallón “Granaderos de la
Guardia", sobre los saqueos que se produjeron con autorización
oficial una vez fue ocupada dicha ciudad, por lo cual se declaraba a los que
tomasen la plaza, dueños de lo que hubiese en ella. Miguel y
Clemente Zárraga, estaban entre quienes no
tomaron partido de esa resolución, más bien “estaban conmigo, — según
narración del testigo en cuestión — tratamos de disminuir en cuanto nos
fue posible los excesos que en tan
tristes circunstancias suelen tener lugar."
(Dávila, V. 1926. p. 414)
Las consecuencias de estas acciones en Valencia también
sorprendieron a Boussingault, J.B, (1977) en su tránsito por la ciudad. En la
casa donde se hospedó propiedad de una señora anciana de finos modales,
la dama excusaba su miseria diciendo: “Caballeros, esta es mi casa,
nada puedo ofrecerles; ni siquiera una silla o un pedazo de pan, los
patriotas me han dejado totalmente arruinada." (p.22)
En definitiva, se había logrado la independencia de Venezuela,
hoja llena de gloria, dolor y vergüenza para el pueblo venezolano.
Mientras las circunstancias políticas obligaban consolidar la
República de Colombia, Venezuela todavía seguía "herida en el
corazón".
La situación se tornaba difícil para la naciente
República, en Venezuela desde 1821 fecha
en que fue sancionada la Constitución en la Villa del Rosario de
Cúcuta comenzó a generarse bandos opositores al sistema central que había
adoptado la República de Colombia, hecho que alcanzó su
efervescencia máxima cuando Francisco de Paula
Santander en ausencia del Libertador asumió su Presidencia. Simón Bolívar
continuó la lucha contra el poder español en Quito y Perú sin mirar atrás donde
sus compatriotas mas facciosos que nunca levantaban sus voces separatistas.
Romero-Luengo, A. (1988) enumera varios errores que complicaron la situación de
crisis política y administrativa de la joven Colombia.
"La
decisión de trasladar la capital a
Bogotá, de dividir la República en siete Departamentos,
de eliminar las Vicepresidencias que la ley fundamental
contemplaba, para nombrar en su lugar
Intendentes como órganos inmediatos del gobierno central, a quienes
quedaban subordinados los Gobernadores de provincias,
en tanto que a éstos lo estaban los jefes políticos
de cantones, mientras que en lo militar, cada
Departamento era mandado por un Comandante,
fue causa de serios inconvenientes en lo administrativo y en
lo político." (p.291)
En virtud de la situación de guerra que aún se vivía en
Venezuela, el Congreso colombiano consideró necesario nombrar un Jefe Superior
con autoridad militar y civil en los recién conformados departamentos de
Orinoco, Zulia y Venezuela, cargo para el que fue seleccionado al General
Carlos Soublette. Esta decisión no tardó en
generar situaciones embarazosas, ya que no
desaparecía la autoridad de los Intendentes y
Comandantes designados por fuerza de la Carta Magna; por esta
causa ocurrieron muchas divergencias entre Páez y Soublette a propósito del
sitio de Puerto Cabello. En abril de 1822, el General Páez puso sitio a
Puerto Cabello, no obstante retiró sus tropas a Valencia y
sus cercanías, ya que las condiciones de salud se lo
imponían, sus soldados quedaron reducidos a
la mitad debido a las fiebres y “calenturas”, Blanco, J. y Azpurua.
R. (1978) comentan que:
"Ingrata
impresión causó a Soublette la noticia que
Páez le dio en oficio de 18 de julio de haber suspendido
el sitio de Puerto Cabello en la ocasión de venir
Morales sobre esta plaza con refuerzos que podía abrir operaciones sobre
Valencia para intentar invadir el centro de
Venezuela; y así lo hizo el Jefe realista cuando vió que el campo
estaba franco por la suspensión del sitio y el retiro á
Valencia de las tropas republicanas " (T.VIII Doc.2094.p.509)
Las diferencias en
este caso originaron el
distanciamiento entre ambos generales que
sentían la supremacía e independencia cada uno de
su autoridad. Según Blanco, J. y Azpurua. R. (1978), la
designación de un Jefe sobre Páez fue un verdadero error porque era por
demás conocido que el “Centauro del llano" sólo obedecía al mando directo
del Libertador. Estas contradicciones no carcomieron en lo inmediato la
estabilidad de la República, otra sería la plaga
que infestaría la felicidad alcanzada, en Caracas enardecían los sentimientos
de discordia en contra del sistema central, muy a pesar de las celebraciones
del 1 y el 2 de enero de 1822 a favor de la Constitución, la Municipalidad
juraba cumplir sus dictámenes como quedó sentado en el acta del 3 de
enero, pero al tiempo la dialéctica de sus intereses de clases era
contraria a la Magna Carta.
Las críticas no tenían base
sólida, algunos argumentaban que Venezuela no tuvo una buena
representación en la Constituyente de Cúcuta, otros condenaban la forma
veloz como se realizaron las elecciones; lo cierto del asunto, tal como
lo señala el sacerdote José Félix Blanco, es que a pesar de la
situación de guerra y de la
permanencia de españoles y realistas en territorio liberado, la Provincia
de Caracas tuvo una representación apta y a la altura de la enorme
demanda. En definitiva siete fueron los Diputados
escogidos, cinco de los cuales eran caraqueños de nacimiento, entre
ellos, Pedro Gual, José Prudencio Lanz, Francisco
Conde, Cerbelión Urbina y José Felix Blanco; los dos
restantes vecinos casados en dicha ciudad son Diego Bautista Urbaneja y Miguel
de Zarraga y Caro.
Lejos se encontraba Bolívar
de aplaudir esta conducta, el Libertador ocupado con el
ejército en la Campaña del Sur manifestó en muchas
oportunidades su negativa a modificar la Constitución por lo menos en los
primeros diez años. La prensa había
crecido, varios periódicos, circulaban por todo el
país, algunos en defensa de la Constitución colombiana, otros
en su contra. En una carta que Urdaneta dirigió a Santander,
expresaba que:
“El Venezolano nos ha
dejado aquí muy calientes porque ya eso es chocar a las
claras, y sin razón que es lo que
incomoda. El tal Carabaño podía haberse
quedado en España. Yo no sé si la opinión del Venezolano será la de
Venezuela. Supongo que será cuando más la
de algunos caraqueños, porque a ser de todos era preciso ya
contenerlos." (Romero Luengo, A.1983.p.303).
Ocurría entonces que aquellos emigrados en el pasado
amigos del Rey querían en el presente
organizar la República a su imagen y semejanza. La prensa era
un foco de rebelión, sus editores y
redactores, aprovechaban la tribuna para fomentar
la intriga, la discordia y la insatisfacción. Gente
como Carabaño, Tomas Lander, Antonio Leocadio Guzmán, Martín Tovar,
Francisco Ribas, cuya participación en la gesta emancipadora había sido
tímida o nula, ahora, pretendían dibujar una República que
los favoreciera y sin más deshacerse del ideal
bolivariano. Vallenilla L, L. (1983), los llama “godos"
los realistas, militares y civiles, y
sus descendientes inmediatos, quienes unidos a los patriotas
adversarios del Libertador y contrarios a la unión colombiana, constituyeron
aquel partido poderoso que desde 1822 se apoderó de la
prensa y de los Ayuntamientos, convirtiéndolos, como en el antiguo
régimen, en interpretes y defensores de sus intereses y de sus pasiones,
comenzando por protestar contra la Constitución del Rosario de
Cúcuta. (p.21)
Aquellos era días difíciles no solos por la
turbulencia política, sino por los aires de pobreza que se respiraban en
Caracas, abatida por la tierra y la sangre derramada, muchas de las familias
vivían la nostalgia y la tristeza por los seres queridos: esposos, hijos,
familiares y amigos fueron arrancados de sus hogares que ahora mutilados se
recuperaban a duras penas. De acuerdo con Quintero, I. (2003)“Nada era como antes. La ciudad se había convertido en un horror (…)
mujeres solas, sin protección, sin nadie que velase por ellas: la guerra se
había encargado de eliminar a sus maridos y a sus hijos varones.”(p. 57) No eran pocas
las mujeres mantuanas de exquisita educación que pasaban hambre en aquella
Caracas republicana.
La familia Zárraga Jerez Aristeguieta fue bamboleada
por la vorágine de la guerra, mientras Miguel y Clemente Zárraga se llenaban de
gloria, su madre Doña Manuela Aristeguieta de Zárraga ya
viuda, vivía en 1825 muy pobre en Caracas según lo expresaba ella misma en carta
que le escribiera al Libertador en fecha 25 de mayo de 1826. En la carta Doña
Manuela decía a Bolívar que le había escrito varias veces sin conseguir
respuesta, y que aprovechaba la intermediación de su
sobrino político, Diego Bautista Urbaneja, para lograr la atención del
Libertador, al cual tutea y trata de “Simón afectísimo primo”. Doña Manuela
reiteraba sus necesidades, al reclamar que:
"aunque no se han
declarado viudedades, hay viudas de menos méritos y sacrificios
que yo y el desgraciado Zárraga, como tu
eres testigo, y están con pensiones desde que entró nuestra República, y
por más que he representado y suplicado al Gobierno, no se me
ha consedido (sic) nada, pero reconozco que esto me ha sucedido
nada más por no estar tu en él sino en las campañas, y así espero no te sea
indiferente, mi triste situación, que deseándote la mejor
salud y que sigan tus felicidades para conservar a Colombia. "(Aristeguieta
de Zárraga, M. 1826.p.375)
En verdad la situación era triste para la menor de las
“Nueve Musas”, que vivió la persecución y el exilio en carne propia, privada de
tantas cosas, la República le entregaba el grado de General a su esposo
que poco lo disfrutaría, y los haberes militares de su hijo mayor, cuatro meses
de sueldo, que el gobierno de Bogota le cancelaría el 15 de octubre de 1822, y
que la necesidad la obligó a cobrar. Sin embargo, en sus palabras todavía
permanece un firme patriotismo, así le desea a su primo Libertador“la mejor salud y que sigan tus felicidades para conservar a Colombia”.
Estas eran las circunstancias por las que pasaban
muchas mujeres desde la constitución de la Republica de Colombia, circunstancia
conocida por su hijo, el capitán del Batallón Granaderos, Miguel
Zárraga, que había pedido en julio de 1822 se le descontara de su sueldo 25
pesos para que mensualmente la Tesorería Nacional se lo pagara a su madre
Doña Manuela Aristeguieta de Zárraga. (Archivo del General Carlos Soublette.
Copiadores de oficios. 1822. N.267. Doc.217.fol 77 Vto.)
El sueño bolivariano de integración representado en la
República de Colombia se convirtió en un verdadero abanico de tormentas.
La Constituyente de 1821 estaba integrada por facciones
cuyos ideales eran opuestos; los seguidores de Simón Bolívar defendían el
centralismo, los bogotanos santanderistas y los caraqueños, aunque
con diferente matiz, la federación. Con muchos tropiezos se prestó juramento a
la Constitución de 1821. En Venezuela, entre los años 1824 - 1828, se llevaron
a cabo diferentes manifestaciones en protesta de la unión Gran Colombiana y
abiertamente separatistas en los cuatro puntos cardinales del
país que desembocarían en la Convención de Ocaña y en la
inevitable desintegración de Colombia.
Durante este tiempo, Clemente Zárraga, permaneció en
las filas del ejército colombiano prestando servicio en Quito como jefe del
batallón Carabobo de la Guardia del Libertador. En esas
comarcas la atmósfera era igualmente de rebelión
contra la integración colombiana, Clemente Zárraga,
fiel al mando del Libertador, desenvainó la espada en varias de las campañas
realizadas para enfrentar los movimientos de subversión en el
Sur de Colombia, es decir, que por
todos los flancos no era más que un rompecabezas donde las partes
encajaban por las fuerzas de las
circunstancias y en cualquier momento se despedazaría. A
propósito de sus acciones, en este período,
el poeta Cecilio Acosta narra majestuosamente que:
"salvó al partido
boliviano de la infidencia de un jefe traidor se unió a las huestes que
debían obrar contra La Mar, hizo parte del estado mayor de Bolívar,
tuvo mando en los cuerpos que hacían su guardia de honor, y mereció
del grande hombre, cuyo culto conservó siempre y al que fue leal
hasta el martirio, consideraciones, estimo, agasajos y casi
paternal cariño" (Acosta, C. (1961:123)
Según su Hoja de servicio, después del sitio de Puerto
Cabello fue meritoriamente ascendido al
grado de Subteniente de Artillería en 1824, con el cual pasó a Cartagena
a disposición del general Judas Tadeo Piñango a quien contribuyo a
rescatar en Valencia. En Nueva Granada, prestó servicio
con los generales Carlos Soublette y Mariano Montilla,
destacándose como edecán del segundo. Al tiempo
que se incorporó al ejército auxiliar que se estaba
organizando en Bogotá para la campaña del Perú. (Diccionario de Multimedia de
Historia de Venezuela la Fundación Polar. Personajes.)
En cuanto a los grados
militares en 1827 fue teniente y en 1828 Capitán graduado. El
21 de junio de 1829 fue ascendido a Capitán efectivo, después de haber
perseguido al Mariscal José de La Mar y Cortazar acusado de traición, quien se
embarcó el 9 de junio de 1829 en la Goleta Mercedes con rumbo
a Costa Rica, después de haber sido designado presidente
del Perú por nombramiento que le confiriera el
Congreso limeño en 1827, luego que el
Libertador rechazara la presidencia vitalicia. Un año más tarde el 1 de
diciembre de 1830 Zárraga fue primer comandante, prestando servicio activo hasta
1831. Dávila,V. (1926).
Sus hazañas en la guerra
de independencia le merecieron la “Orden de los
Libertadores" y las medallas de Puerto Cabello y la de “Honor del Libertador", creada por Simón
Bolívar en el Perú el año de 1825. Señala Pérez Tenreiro, T. (1974) que
la Medalla del Perú con el busto del Libertador fue el“más ambicionado y popular de los premios militares concedidos en nuestra
guerra de Independencia, por lo menos en Venezuela (…) los retratos (…) de
Jefes de aquella época, la lucen pendiente al cuello de una larga y ancha
cinta". (p. 710)
Para comprender la dialéctica
de la guerra de emancipación consideramos importante la
revisión de las hojas de vida, biografías, intimidades,
es decir, los detalles de la cotidianidad, de los soldados y
oficiales tanto patriotas como realistas; es
urgente, una relectura de este vital suceso que dio la
condición de Nación libre y soberana a Venezuela. Cabe decir, en el caso de la
familia Zárraga Jerez Aristeguieta que la guerra
trascendió sus intereses políticos y económicos, su participación
va más allá, es un compromiso ineludible con la Patria que los vio nacer, todos
desde padre, madre, hijos, se entregaron a la gesta con responsabilidad y
no como un sacrificio. Desde su estatus de
blancos criollos descienden para dedicarse a cualquier oficio manual con tal de
sostener la causa republicana, aquellas personas acostumbrada a
comodidades y placeres construyeron sus destinos al paso que
aceleraban el parto de la República.
ALGUNAS FUENTES
CONSULTADAS:
1. Acosta, C. Un asusto
de grave interés y justicia nacional. (1878) en Presidencia de la
República.(1961) Cecilio Acosta. Pensamiento
Político Venezolano del Siglo XIX. Textos para su estudio. Nº 9. Caracas, Ediciones
Conmemorativas del Sesquicentenario de la Independencia.
2. Aristeguieta de
Zárraga, M. (Carta al Exmo. Señor Presidente de Colombia. Caracas, 25 de Mayo
de 1826 en Boletín de la Academia Nacional
de la de Historia. N° 62. (1933) . Caracas, Tipografía Americana. p. 375.
3. Autobiografía del General José Antonio Páez. (1973). Caracas,
Academia Nacional de la Historia.
4. Bello, A. (1981) Obras Completas. Temas de Historia y Geografía. Tomo XXIII. Caracas,
Casa de Bello.
5. Blanco, J. F. y
Azpurua, R. (1978) Documentos para la Historia de
la vida pública del Libertador. Tomos VI, VII y VIII. Caracas,
Ediciones de la Presidencia de la República. (Primera Edición 1876)
6. Boussingalt, J. B.
(1974) Memorias. Caracas, Ediciones Centauro.
7. Burgo, N.
(Comp) (1992) Archivo
del General Carlos Soublette. Tomo II. Caracas,
Academia Nacional de la Historia.
8. Dávila, V. (1926). Diccionario Biográfico de Ilustres Próceres de la Independencia
Americana. Tomo II. Caracas, Tip. Americana.
9. Memoria Militar sobre los acontecimientos de la Isla de Margarita una de
las Provincias de Venezuela que el Capitán General de ellas y Presidente de su
Real Audiencia Mariscal de Campo Don Salvador de Moxó presentó al Exmo. Sr.
Secretario de Estado y del Despacho Universal de la Guerra. En Instituto de
Antropología e Historia. Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad
Central de Venezuela.(1971) Anuario. Tomos IV-V-VI, años
1967-68-69. Volumen I. Caracas, Imprenta Universitaria.
10. Ladera de Diez, E. (1990) Contribución al Estudio de la “Aristocracia Territorial en
Venezuela”. La Familia Xérez de Aristeguieta Siglo XVIII. Caracas, Academia
nacional de la Historia.
11. López Contreras, E.
(1971) Bolívar conductor de tropas. Caracas, Ministerio
de la Defenasa.
12. Mijares, A. (1967) El Libertador. Caracas, Comandancia de las Fuerzas Aéreas de
Venezuela.
13. Parra-Pérez, C.
(1992) Historia de la Primera República. Caracas, Biblioteca
Ayacucho.
14. Pérez Tenreiro,
T. (1972) Condecoraciones Venezolanas. Caracas, Mote Ávila
Editores.
15. Pérez Tenreiro, T.
(1974) “Las Medallas de Ayacucho” en Boletín de la Academia Nacional de la Historia. N° 228. Octubre –
Diciembre de 1974. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.
16. Parra-Pérez, C. (1992) Historia de la Primera República. Caracas, Biblioteca
Ayacucho.
17. Pérez Tenreiro, T.
(1972) Condecoraciones Venezolanas. Caracas, Mote Ávila
Editores.
18. Pérez Tenreiro, T.
(1974) “Las Medallas de Ayacucho” en Boletín de la Academia Nacional de la Historia. N° 228. Octubre –
Diciembre de 1974. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.
19. Polanco
Alcantara, T. (1996). Francisco de Miranda. ¿Don Juan
o Don Quijote?. Caracas, Ediciones Gedisa.
20. Quintero, I. (2005) El Último Marqués. Francisco Rodríguez del Toro. 1761 – 1851. Caracas, Fundación
Bigott.
21. Quintero, I.
(2003) La criolla principal. Maria Antonia Bolívar,
hermana del Libertador. Caracas, Fundación Bigott.
22. Troconis de
Veracochea, E. (1983) Historia de las Cárceles en
Venezuela (1600 – 1890). Col. Estudios, Monografías y Ensayos N° 28. Caracas,
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.
23. Reflexiones histórico-críticas sobre la Insurrección de Caracas. El
historiador debe presentar los hechos tales como son y deducir las
conseqüencias justas sin respetos humanos. En Instituto de
Antropología e Historia. Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad
Central de Venezuela.(1971) Anuario. Tomos IV-V-VI, años
1967-68-69. Volumen I. Caracas, Imprenta Universitaria.
24. Scarpetta, M.L.
y Vergara, S. 1(978) Diccionario Biográfico de los
campeones de la Libertad de Nueva Granada, Venezuela, Ecuador i Perú, que
comprende sus servicios, hazañas i virtudes.Barcelona – España, Imprenta Grafesa.
25. Vawel, R. (1973) Campañas y Cruceros. Col. Fuentes para la Historia
Republicana de Venezuela N° 9. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de
la Historia.
26. Zárraga, C. Las
Aristeguieta. En Boletín de la Academia Nacional
de la Historia. (1950) Nº 131. Caracas,
Tipografía Americana. p. p. 313-318
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Nelly Guilarte Ugas Amiga tremenda nota una cátedra cuando la leea con detenimiento tendrás mi comentario en extenso pero de atemano le felicito
3 de marzo a la(s) 22:02 • Me gusta • 2
Ysabel Maria Gómez Cedeño
En estos días he estado revisando mis investigaciones con miras a publicarlas en Revistas especializadas....
Esta nota es un fragmento de uno de los capítulos de mi Trabajo de Ascenso para optar a la categoría de Profesora Agregada de la UP...Ver más
Ysabel Maria Gómez Cedeño El trabajo completo lo titulé "RETRATOS DE VIDA DEL PRÓCER CLEMENTE ZÁRRAGA", abarca un tiempo mayor...correspondiente a la vida del General que murió en Argentina....
Evelyn Oropeza
Excelente investigación profe, la felicito, recuerdo que hace poco usted me contó al respecto, y me ayudó mucho que hubiese publicado este fragmento de su trabajo porque me dio una valiosa idea de cómo hacer la reconstrucción histórica de m...Ver más
3 de marzo a la(s) 23:03 • Me gusta • 2
o
Ysabel Maria Gómez Cedeño Gracias, Evelyn ...la idea es que les sirva de algo.... ya que todavía no lo publico en Revistas especializadas....
Lisbeth González Gómez
Felicitaciones amiga, como siempre un texto histórico investigativo redactado con muy buena pluma. Es interesante detenerse a observar lo complejo que fue la emancipación venezolana. Aún le enseñan a los niños y jovenes que el 19 de abril d...Ver más
4 de marzo a la(s) 6:39 • Me gusta • 1
Musaffi Motassem Ghazaleh Profe!! Aun no lo lei con detenimiento! Pero igual le dare una opinion!
4 de marzo a la(s) 7:46 • Me gusta • 1
Ysabel Maria Gómez Cedeño
He suprimido en este texto las discusiones desde lo metodológico y lo epistemológico alrededor de la Independencia. Sólo presento la reconstrucción de algunos hechos en los cuales la familia de Clemente Zárraga Aristeguieta tuvo participa...Ver más
4 de marzo a la(s) 8:40 • Me gusta
Ysabel Maria Gómez Cedeño
En el título se evidencia que parto desde los blancos criollos, de quienes muy poco se sabe y lo que se conoce se presenta de forma satanizada y bronceada. Mis alumnas y alumnos de Pregrado en la asignatura Pensamiento Socio Político de Si...Ver más
4 de marzo a la(s) 8:41 • Me gusta • 2
Ysabel Maria Gómez Cedeño Gracias Lisbeth....te recomiendo que leas mis comentarios posteriores...
4 de marzo a la(s) 8:49 • Me gusta
Ysabel Maria Gómez Cedeño Gracias...Nelly lee porfa mis comentarios....
4 de marzo a la(s) 8:51 • Me gusta
Rigoberto Moreno Pacheco BUENA PROF. QUE BUEN MATERIAL, BASTANTE ALECCIONADOR Y SOBRE TODO, POR LO MENOS PARA MI, MOTIVA SABER DE LA VIDA Y OBRA DE TANTOS PERSONAJES HISTORICOS QUE PARTICVIPARON EN LA CONSTITUCION DE LA VENEZUELA PRESENTE, QUE SE ENCUENTRAN IGNOTOS POR EL CULTO A BOLIVAR Y A LOS PRINCIPALES MOMBRES QUE CONFORMARON SU MAS CERCANO CIRCULO DE CONFIANZA.
5 de marzo a la(s) 10:09 • Me gusta • 1
Zandra Perez Lisbeth González me gustó la relación que hiciste de las mujeres "troperas". En la siguiente pagina con la cual hago link, indague que D. Dominga Ortiz, la esposa de Páez, fue enfermera de las tropas. http://generoconclase.blogspot.com/2010/04/las-mujeres-en-las-guerras-de.html
6 de marzo a la(s) 12:05 • Me gusta • 1
Lisbeth González Gómez
Gracias profe bella, venido de usted ese comentario, es doblemente halagador. Interesante es la vida de Dominga Ortiz, leer sus cartas es conocer esa idiosincrasia y episteme de la mujer venezolana, esa que es echada pa lante, Figúrese uste...Ver más
6 de marzo a la(s) 20:21 • Me gusta • 1
Musaffi Motassem Ghazaleh
Leido detenidamente!puedo comentar que tratar de darle forma a la historia desde la perspectiva de un hilo conductor caracterizado en la familia Zarraga en este caso,le da al lector "otra mirada"al hecho.Nuestra historia al igual que las hi...Ver más
8 de marzo a la(s) 5:39 • Me gusta •